viernes, 28 de agosto de 2009

3

Frases de madre

¿Cuantas veces has oído la frase de... "No pongas esa cara... a ver si te va a dar un aire y te vas a quedar así..."?. ¿En que consitía el tema de "darte un aire"?. Yo siempre me lo he imaginado en plan, pones los ojos bizcos, y entonces un viento huracanado procedente de quien sabe donde, se precipitaba sin avisar sobre tu cara, provocando que la mueca que mantenías como un idiota, se quedase perenne. Pero ahora viene la pregunta... si ya te habías quedado con cara de tonto por el aire, ¿era posible retomar tu cara anterior si te daba otro aire? o, por el contrario, ¿conseguías una cara completamente distintas a las dos anteriores?.

Esto que os comento hoy se ha tratado ya anteriormente en miles de monólogos, historietas, mails encadenados, conversaciones de bar... etc. Pero es que hay un momento en nuestras vidas en el cual nuestras madres son las figuras más influyentes. En ese momento no te das cuenta de ello, pero una vez pasan los años, y te vas separando de la figura materna, eres consciente de la influencia que tenía sobre ti, incluso de la influencia que mantiene ahora sobre ti... con 25 añitos a la espalda...

Las frases de madre sin duda más escuchadas son las referentes al mundo de las drogas. "No cojas nada en la puerta del colegio que seguro que reparten drogas"... Mi madre me decía que en las calcamonías de los bollycaos que regalaban en la puerta del colegio metían droga que se traspasaba a través de la piel cuando te lo ponías... mmmm... que sistema más complejo de tráfico de drogas... que raro que las aduanas no estén repletas de maletas con calcamonías de los pokemon endrogadas... quizá los grandes capos de la mafia actuales no conocen los métodos de camuflaje que mi madre controlaba a la perfección... ¿o sería para meterme miedo?. Siempre me quedaré con la duda.

La frase que nunca llegué a entender fue la de "Cuando seas padre comerás huevos". Y yo me sentaba a cenar y muchas veces me ponían delante mi plato con un par de huevos bien frititos. Entonces a mi me daba apuro cenar... ¿eso quería decir que ya era padre?. Si la respuesta era afirmativa, ¿Quienes eran mis hijos?... aparecían cuando me comía los huevos... mi vida era una duda constante. Siempre lo digo, pero cuando eres pequeño estás sometido a un estres acojonante.

El otro día llegamos a la conclusión de que cuando vas a tener un hijo, tu madre/padre, se reune contigo, en un lugar extremadamente secreto, vestido con la toga de la Santa Hermandad Templaria de la Paternidad y te hace entrega del gran libro de los secretos que todo padre o madre debe conocer y que ha ido pasando por las manos de todas las generaciones de tu familia, escrito antes de todos los tiempos por los primeros padres de la historia y del cual no puedes hablar a nadie (ahora que lo pienso... quizá al descubrir esto empiece a ser perseguido por la Hermandad....). Yo sin duda espero con ansia ese momento... no me imagino a mi padre en un círculo de velas vestido con una toga negra... puede ser impresionante.

Cuando terminéis de leer esto, poneros a pensar, a ver cuantas frases de madre sois capaces de recordar... seguro que os da para escribir un libro. Yo por el momento me voy a cenar a casa de la mía, pero antes me pondré un jersey porque seguro que me dice "ponte algo que hace frío", me llevaré un tupper porque seguro que me cae comida seguida de la frase "que delgado te veo, seguro que comes mal en esa casa", y por si las moscas me echaré bien de colonia porque seguro que me suelta la de "¿has fumado? hueles mucho a tabaco...".

lunes, 24 de agosto de 2009

4

El valor del dinero

Bueno, creo que va siendo hora de retomar un poco el hilo al blog. Lo hemos dejado abandonado, pero vamos, eso es costumbre nuestra. Nos ponemos con blogs, los dejamos, los retomamos, los olvidamos... etc. Pero la verdad es que este me apetece bastante que siga existiendo en internet, aunque sea con entradas como la de hoy, un poco reivindicativa, y ahora veréis por qué.

Casi siempre que escribo aquí es a raíz de comversaciones que tengo con las personas que me rodean, y este caso no es diferente. Os voy a poner en antecedentes. ¿Recordáis cuando de pequeños conseguíamos de alguna manera, ya fuese legal o ilegal (robándolo del bolso de nuestra madre) un billete reluciente de 1000 pesetas? Por lo menos para mi, el sólo contemplar uno de esos billetes hacía que, para mi, la vida ya alcanzase todo su sentido (sí, tenía unas metas bastante cortitas :)). Con un billete de 1000 pesetas tenías 40 partidas al Street Fighter... ¡¡¡ 40 partidas !!!, seguro que después terminabas con callos en las manos de tanto aporrear los botones y el mando (ya hablaré de esto algún día, pero todo el mundo sabe que la manera más óptima de jugar a este juego era la de aporrear todos los botones a la vez... yo creo que eso era lo que debía poner el manual de instrucciones). Con un billete de 1000 pesetas podías adquirir 100 corazoncitos de caramelo y 100 pintalabios de esos rojos que tenían chicle por fuera y pica-pica por dentro (me dan escalofríos de solo recordarlos... uuuhhuhuhuuu), indigestión segura. Y así podría seguir, citando a nuestro amigo BuzzLightyear, "Hasta el infinito y más allá...".

Ahora vamos a volver al presente. Si contamos que 1 € son 166,386 pesetas, teniendo en cuenta el índice DownJones, el IPC, el IRPF, la ACB y la KGB, podemos redondear que 1000 pesetas son aproximadamente 6€. Si queréis podéis hacer la prueba. Cogéis 6 euros, os acercáis a cualquier niño que os encontréis por la calle, menor de 12 años y se los dáis diciendo, "Toma, con esto... por lo menos tienes para todo el mes...". La reacción del chavalín puede ser de dos formas diferentes:

- Puede quedarse a cuadros, con la cara inmóvil, con los ojos clavados en los tuyos... aguantar así durante unos 10 segundos, y terminado ese tiempo salir corriendo como un loco descosío hacía su madre gritando: "¡¡ Mamaaaaa un acosador de esos de interneeeessss !!". Con lo que en este caso te ibas a llevar unos buenos palos por parte de todas las madres arremolinadas en torno a un banco del parque. En este caso recomendamos la huída como solución al problema.

- La segunda opción es que cuando extiendas la mano hacía el enano en cuestión, vuelva a poner la misma cara de incredulidad de la opción anterior, la mantenaga durante los mismos 10 segundos, pero al término de los mismos, se meta la mano en el bolsillo, saque una cartera de Quicksilver con unas pegatinas de las pipas G, lo abra lentamente y en la mano donde tienes los 6€ te ponga un billete de 20 y te diga: "Pero para un bocadillo eh... nada de vino....". En este caso, recomendamos agachar la cabeza, darse la vuelta y encerrarse en su casa sin salir... este mundo ya no es lo que era.

En ninguno de los dos casos expuestos anteriormente se sale muy bien parado, pero ahora viene la pregunta pa´pensar... ¿Qué prefieres, el billete de 20 euros siempre en tu bolsillo, o la sensación de poseer un "tesoro" cada vez que caía una monedita en tus manos?. La verdad es que la pregunta da poca opción a dudas, pero creo que todos rememoramos con cariño aquella época en la que el dinero no era lo verdaderamente importante para un niño y anteponíamos otras cosas en nuestra vida. Hay que volver a conseguir aquello, para ello, debéis tranferirme todo vuestro dinero a mi cuenta y así viviréis más felices... esa ha sido la conclusión no.... la noche me confunde.
 
ir arriba