Hoy creo que vamos a hablar de uno de los programas más míticos a la par que longevos de la televisión española. Si le hablas del Telecupón a un niño de ahora, te dirá, o que es un programa muy aburrido donde se sacan unas bolas muy raras o que ni siquiera lo ha visto. Pero si le preguntas a alguno de los que crecimos con Espinete... la respuesta cambia... puede dar mucho de si...
El Telecupón nació como un espacio televisivo corto donde, al igual que en la actualidad, se sacaban las bolas correspondientes al sorteo diario de la ONCE. Unas mujeres, de muy buen ver, que todo hay que decirlo, iban sacando en orden (unidades, decenas, centenas... etc) las bolas agraciadas del sorteo del día correspondiente. Se ve que a los productores televisivos les salía rentable ese espacio televisivo y lo que en un principio era un programa de 5 minutos, se convirtió en uno de los shows televisivos más memorables de la historia.
En sus principios como show televisivo, fue presentado por Silvia Marsó y Andoni Ferreño, los cuales, además de dar paso a la extracción de las bolas, presentaban alguna que otra actuación musical y se empezó a poner de moda el Juego del Zodiaco, del que luego hablaremos largo y tendido. Los dos presentadores iniciales fueron sustituidos más tarde por Belén Rueda y por Agustín Bravo ( no se porque siempre confundo a Agustín con Andoni... ¿será por mis recuerdos telecuponeros?). Belén estuvo un par de meses y fue sustituidad por una de las figuras televisivas más entrañables y recordadas de las televisión española, Carmen Sevilla.
En muy poco tiempo, Carmen se hizo con el protagonismo absoluto del programa y Agustín Bravo pasó a ser un secundario de lujo de la gran actriz. La obtención de las dichosas bolitas, pasó a partir de aquí a ser algo que sobraba, y todo el mundo se enganchaba al Telecupón para ver las posibles cagadas de Carmen Sevilla. Todos recordamos, y recordaremos siempre sus ovejitas, el día que salió a presentar en zapatillas, lo del esparadrapo que se ponía al cuello para estirarse las pieles de la cara, el confundirse constantemente en las llamadas del juego del Zodiaco... todo un mito televisivo.
No puedo terminar esta entrada sin hacer referencia al mítico videojuego que se puso de moda con el telecupón, "El juego de Hugo" (doblado por José carabias). La dinámica del juego consistía en dirigir a una especie de troll a través de diferentes fases. El truco que tenía era que los controles para controlar al famoso Hugo eran los botones del teléfono desde el que llamabas al programa. ¿Qué consecuencias tenía esto? Pues que los niños que participaban se dedicaban a aporrear los numeros 3 y 5 del teclado de sus teléfonos y muchas veces, el dichoso Hugo ni se movía... y si a esto le unimos que la que te indicaba era la mismisima Carmen Sevilla... con su facilidad de palabra... el juego se presentaba más dificil que llegar a la final de Saber y Ganar.
Para los que no se acuerden como iba el tema, os dejamos este video, no es muy gracioso, pero por lo menos os traerá muy buenos recuerdos ;)
Estoy convencido que la mayoría de lectores habrán sufrido alguna vez en la vida lo que conlleva ponerse un chándal de Tactel
El chándal de Tactel es un conjunto de ropa deportiva, compuesto por chaqueta y pantalon, caracterizado por constar, ambas piezas, de parte exterior y forro. La parte exterior (PE) esta hecha de Tactel, que por un lado da nombre a la prenda y es una fibra sintética que solo puede ser tintada por colores chillones. La parte interna o forro es una pieza de algodón blanco, teóricamente con el mismo patronaje, destinada a proporcionar comodidad al portador.
Hasta aquí todo parece correcto e incluso lógico. Pero no.
Para empezar, el forro y la PE nunca, repito nunca serán de la misma talla. Es decir, si suponemos que la PE es de nuestra talla tenemos dos opciones: 1- El forro es dos tallas más pequeño. De este modo el algodón se pega a nosotros cual segunda piel generando una súbita elevación de la temperatura corporal y la consecuente abertura de las glándulas sudoríparas. 2- El forro es dos tallas mayor. Al introducir una extremidad en la prenda, la parte sobrante del forro se moverá en la misma dirección que nuestra pierna o brazo y terminará saliendo al exterior. No hay forma de evitar este comportamiento y la única solución es un tirón de forro en la zona de las axilas, en el caso de los brazos y un tirón de forro en la zona de las ingles para las piernas. Si no entienden estas maniobras correctivas consulten con sus madres.
Pero la incoherencia entre forro y PE no es el único problema. Los acabados de las mangas y piernas, en su diseño original, son cerrados. Se usa una goma de material totalmente desconocido capaz de seccionar muñecas y tobillos por su gran poder de constricción. Se especula que dicho material esta compuesto por miles de filamentos de grafeno, para darle la fuerza necesaria, trenzados con hilo de tarántula de la selva profunda del Congo que le proporcionan la elasticidad. Tantas personas quedaron mancas y cojas que decidieron modificar el diseño original añadiendo cremalleras. Pero no tuvieron en cuenta la desproporción entre forro y PE, de modo que era imposible manipular las cremalleras sin engancharse con el forro o la PE, resultando totalmente inútil dicha modificación.
Y ustedes se preguntarán: ¿Cuál era el objetivo del inventor/diseñador?
La primera respuesta que me viene a la cabeza, al ser un chándal, es que se diseñó para hacer deporte. Mentira! Resulta imposible hacer deporte cuando la temperatura corporal roza los 70ºC, tenemos unos puños dignos del siglo XVIII y nuestras manos y pies se están quedando sin riego sanguíneo. Otra respuesta puede ser por estética. Pero la descarto sin más. Ya me entienden ...
Les ruego que nos hagan llegar sus teorías, pues el propósito de los chándals de Tactel es un misterio sin resolver que estoy seguro que deja sin sueño cada noche a millones de personas.
Aunque no he conseguido desvelar el gran misterio, tras años de investigación, he podido elaborar dos listados:
Lo que no se debe hacer con un chándal de Tactel: 1. El orden de los factores al vestirse es importante. Primero los calcetines y luego el pantalón. De otro modo quedará usted con su pie atrapado en el forro y tendrá que precisar ayuda de profesionales, los bomberos. Del mismo modo no se le ocurra intentar ponerse un chándal de Tactel recién salido de la ducha. En ese caso no hay bomberos que valgan y la amputación por artapamiento de forro es irremediable. 2. Nunca se presente a una cita con una prenda de Tactel, ya sea la chaqueta o el pantalón. Será usted rechazado irremediablemente. 3. No separe nunca las piernas mas de normal. El ángulo límite son 90 grados. Si supera el ángulo limite se quedará usted sin pantalón y con el trasero a la intemperie.
Lo que si podemos hacer con un chándal de Tactel: 1. Aparcar autos de choque subido en el capó del aparato. Precisa de una depurada técnica, pues debe llevarse la chaqueta medio abierta para que en todo momento se vea su medalla de oro de la comunión. 2. Sacar la basura. 3. Aunque no es aconsejable, se han visto casos de personas capaces de ir a comprar el pan con un chándal de Tactel.
Espero que les haya sido útil y les recuerdo que toda teoría es bienvenida.
Este es uno de los temas que más nos marca a lo largo de nuestra infancia, y quizá sea una de las causas por las que cuando nos hacemos adultos nos da por hacer todo tipo de colecciones absurdas que podamos encontrar en los quioscos a 3,99 € el primer fascículo. Pero también lo podemos ver desde otro punto de vista, como el inicio en la dura vida del negociante, tus primeros "bussiness" en el patio del colegio, que, si lo extrapolamos a tu vida adulta, pudieron llevarte al estrellato en el mundo empresarial....
Cuando hablamos de cromos nos imaginamos una pila inmensa de pegatinas rectangulares, de todos los tipos posibles, acompañadas por sus respectívos álbumes y agrupadas de 10 en 10 en sus sobrecitos de venta en cualquier quiosco o tienda de gominolas. Eran uno de los entretenimientos que más triunfaban entre los niños anteriores a la era Pokemon y que más dinero ha hecho gastar a los pobres padres, siempre esclavos de las modas.
Había colecciones de todos los tipos, Dragon Ball, Bola de Dan, Ranma, Heidi, Marco... y un largo etcétera. Cualquier dibujo que saliese en la televisión tenía su correspondiente colección de cromos, y casi siempre editadas por la famosa marca de cromos Este, la cual debió ver un auténtico filón en aquellos sobre a 25 pesetas, ya que no hacía más que sacar y sacar cromos... era una verdadera adicción.
Sin duda alguna las colecciones por excelencia, las que marcaban todo el año escolar, las que nos mantenían atentos a las subidas y las bajadas del mercado cromil, eran las colecciones de la Liga de fútbol. Esta era una colección anual que se iniciaba correspondiéndose con el principo de la competición liguera española y consistía en obtener la foto de todos los futbolistas que ese año iban a participar en la primera división ordenados por equipos. Evidentemente, dependiendo de lo valioso que fuese el jugador en su equipo, era más fácil de conseguir en los sobres de cromos.
En este tipo de colecciones futbolísticas siempre había una constante, casi nunca las terminabas. ¿Por qué? por la sencilla razón de que nunca conseguías a los jugadores estrella, pero por el contrario tenías un taco enorme de defensas paquetones repetidos. Os voy a poner un ejemplo. Me falta Mijatovic en el Madrid, que era uno de los cracks, pero tengo 200 cromos de Chendo que me sobran, ¿qué hago con ellos? ¿me empapelo la casa de Chendos? no sería muy estético. Un intercambio típico entre niños sería el siguiente:
- Oye, te cambio a Suker por Rivaldo.
- No no no, Suker acaba de llegar al Madrid y Rivaldo ya está devaluado, su valor en el mercado de fichajes europeo está a la baja.
- Me da a mi que te estas equivocando, Rivaldo está a punto de explotar futbolísticamente hablando y su valor se verá incrementado en un alto porcentaje.
- Podría aceptar tu oferta si, aparte del brasileño, incluyeses en la operación a Onésimo y a Poyet.
- Me parece que no puedo aceptar tus condiciones, pero tengo a 200 Chendos que me sobran, ¿los quieres?...
Bueno, la verdad es que no creo que haya sido muy fiel a la jerga del sile-nole, pero para mi, esos negocios eran como grandes transacciones. Según fui haciéndome mayor, me di cuenta del engaña-bobos que eso suponía y de la cantidad de dinero que me he dejado en cromos que podía haber invertido en las máquinas recreativas.... eso si que era cultura...
... la bola loca? Se convirtió en uno de los grandes juegos del verano. En los anuncios prometían diversión sin límites, pero cuando aprendías a sujetar la bola tapando el agujerito del palito ese, la bola ya tenía tal cantidad de arena y de mierda en general que no se agarraba, por lo que la decepción por la compra era bastante grande.
Sin duda uno de los juegos veraniegos más memorables.
¿Cuantas veces has oído la frase de... "No pongas esa cara... a ver si te va a dar un aire y te vas a quedar así..."?. ¿En que consitía el tema de "darte un aire"?. Yo siempre me lo he imaginado en plan, pones los ojos bizcos, y entonces un viento huracanado procedente de quien sabe donde, se precipitaba sin avisar sobre tu cara, provocando que la mueca que mantenías como un idiota, se quedase perenne. Pero ahora viene la pregunta... si ya te habías quedado con cara de tonto por el aire, ¿era posible retomar tu cara anterior si te daba otro aire? o, por el contrario, ¿conseguías una cara completamente distintas a las dos anteriores?.
Esto que os comento hoy se ha tratado ya anteriormente en miles de monólogos, historietas, mails encadenados, conversaciones de bar... etc. Pero es que hay un momento en nuestras vidas en el cual nuestras madres son las figuras más influyentes. En ese momento no te das cuenta de ello, pero una vez pasan los años, y te vas separando de la figura materna, eres consciente de la influencia que tenía sobre ti, incluso de la influencia que mantiene ahora sobre ti... con 25 añitos a la espalda...
Las frases de madre sin duda más escuchadas son las referentes al mundo de las drogas. "No cojas nada en la puerta del colegio que seguro que reparten drogas"... Mi madre me decía que en las calcamonías de los bollycaos que regalaban en la puerta del colegio metían droga que se traspasaba a través de la piel cuando te lo ponías... mmmm... que sistema más complejo de tráfico de drogas... que raro que las aduanas no estén repletas de maletas con calcamonías de los pokemon endrogadas... quizá los grandes capos de la mafia actuales no conocen los métodos de camuflaje que mi madre controlaba a la perfección... ¿o sería para meterme miedo?. Siempre me quedaré con la duda.
La frase que nunca llegué a entender fue la de "Cuando seas padre comerás huevos". Y yo me sentaba a cenar y muchas veces me ponían delante mi plato con un par de huevos bien frititos. Entonces a mi me daba apuro cenar... ¿eso quería decir que ya era padre?. Si la respuesta era afirmativa, ¿Quienes eran mis hijos?... aparecían cuando me comía los huevos... mi vida era una duda constante. Siempre lo digo, pero cuando eres pequeño estás sometido a un estres acojonante.
El otro día llegamos a la conclusión de que cuando vas a tener un hijo, tu madre/padre, se reune contigo, en un lugar extremadamente secreto, vestido con la toga de la Santa Hermandad Templaria de la Paternidad y te hace entrega del gran libro de los secretos que todo padre o madre debe conocer y que ha ido pasando por las manos de todas las generaciones de tu familia, escrito antes de todos los tiempos por los primeros padres de la historia y del cual no puedes hablar a nadie (ahora que lo pienso... quizá al descubrir esto empiece a ser perseguido por la Hermandad....). Yo sin duda espero con ansia ese momento... no me imagino a mi padre en un círculo de velas vestido con una toga negra... puede ser impresionante.
Cuando terminéis de leer esto, poneros a pensar, a ver cuantas frases de madre sois capaces de recordar... seguro que os da para escribir un libro. Yo por el momento me voy a cenar a casa de la mía, pero antes me pondré un jersey porque seguro que me dice "ponte algo que hace frío", me llevaré un tupper porque seguro que me cae comida seguida de la frase "que delgado te veo, seguro que comes mal en esa casa", y por si las moscas me echaré bien de colonia porque seguro que me suelta la de "¿has fumado? hueles mucho a tabaco...".
Bueno, creo que va siendo hora de retomar un poco el hilo al blog. Lo hemos dejado abandonado, pero vamos, eso es costumbre nuestra. Nos ponemos con blogs, los dejamos, los retomamos, los olvidamos... etc. Pero la verdad es que este me apetece bastante que siga existiendo en internet, aunque sea con entradas como la de hoy, un poco reivindicativa, y ahora veréis por qué.
Casi siempre que escribo aquí es a raíz de comversaciones que tengo con las personas que me rodean, y este caso no es diferente. Os voy a poner en antecedentes. ¿Recordáis cuando de pequeños conseguíamos de alguna manera, ya fuese legal o ilegal (robándolo del bolso de nuestra madre) un billete reluciente de 1000 pesetas? Por lo menos para mi, el sólo contemplar uno de esos billetes hacía que, para mi, la vida ya alcanzase todo su sentido (sí, tenía unas metas bastante cortitas :)). Con un billete de 1000 pesetas tenías 40 partidas al Street Fighter... ¡¡¡ 40 partidas !!!, seguro que después terminabas con callos en las manos de tanto aporrear los botones y el mando (ya hablaré de esto algún día, pero todo el mundo sabe que la manera más óptima de jugar a este juego era la de aporrear todos los botones a la vez... yo creo que eso era lo que debía poner el manual de instrucciones). Con un billete de 1000 pesetas podías adquirir 100 corazoncitos de caramelo y 100 pintalabios de esos rojos que tenían chicle por fuera y pica-pica por dentro (me dan escalofríos de solo recordarlos... uuuhhuhuhuuu), indigestión segura. Y así podría seguir, citando a nuestro amigo BuzzLightyear, "Hasta el infinito y más allá...".
Ahora vamos a volver al presente. Si contamos que 1 € son 166,386 pesetas, teniendo en cuenta el índice DownJones, el IPC, el IRPF, la ACB y la KGB, podemos redondear que 1000 pesetas son aproximadamente 6€. Si queréis podéis hacer la prueba. Cogéis 6 euros, os acercáis a cualquier niño que os encontréis por la calle, menor de 12 años y se los dáis diciendo, "Toma, con esto... por lo menos tienes para todo el mes...". La reacción del chavalín puede ser de dos formas diferentes:
- Puede quedarse a cuadros, con la cara inmóvil, con los ojos clavados en los tuyos... aguantar así durante unos 10 segundos, y terminado ese tiempo salir corriendo como un loco descosío hacía su madre gritando: "¡¡ Mamaaaaa un acosador de esos de interneeeessss !!". Con lo que en este caso te ibas a llevar unos buenos palos por parte de todas las madres arremolinadas en torno a un banco del parque. En este caso recomendamos la huída como solución al problema.
- La segunda opción es que cuando extiendas la mano hacía el enano en cuestión, vuelva a poner la misma cara de incredulidad de la opción anterior, la mantenaga durante los mismos 10 segundos, pero al término de los mismos, se meta la mano en el bolsillo, saque una cartera de Quicksilver con unas pegatinas de las pipas G, lo abra lentamente y en la mano donde tienes los 6€ te ponga un billete de 20 y te diga: "Pero para un bocadillo eh... nada de vino....". En este caso, recomendamos agachar la cabeza, darse la vuelta y encerrarse en su casa sin salir... este mundo ya no es lo que era.
En ninguno de los dos casos expuestos anteriormente se sale muy bien parado, pero ahora viene la pregunta pa´pensar... ¿Qué prefieres, el billete de 20 euros siempre en tu bolsillo, o la sensación de poseer un "tesoro" cada vez que caía una monedita en tus manos?. La verdad es que la pregunta da poca opción a dudas, pero creo que todos rememoramos con cariño aquella época en la que el dinero no era lo verdaderamente importante para un niño y anteponíamos otras cosas en nuestra vida. Hay que volver a conseguir aquello, para ello, debéis tranferirme todo vuestro dinero a mi cuenta y así viviréis más felices... esa ha sido la conclusión no.... la noche me confunde.
El otro día, hablando en casa salió el siguiente tema: "¿Cómo puede ser que nuestros padres se hayan olvidado de la mejor comida del día, la merienda?". La generación de los nacidos en los 80 no podemos negar, que tenemos una tradición culinaria adquirida de nuestra adolescencia, la merienda.
Si intentas mirar hacia atrás y recordar las meriendas de antaño, seguro que recuerdas a tu madre, sentada en el banco del parque entregándote un paquete sorpresa envuelto en papel albal. Ese era uno de los momentos cúlmen de la tarde. Mucha tensión, intriga... ¿Que sorpresas nos aguardaban en el interior de ese brillante paquete? ¿Qué combinación de sabores iban a inundar esa tarde nuestro paladar?... todo un reto...
En el momento de abrir la merienda nos encontramos con un 50% de posibilidades de que nuestra tarde de juegos se nos arruine por completo si no nos gusta lo que nos han preparado o que todo se transforme en un paraiso de sabores y disfrute si por el contrario lo que nos encontrábamos era de nuestro agrado. Vamos a empezar analizando la parte mala, para quitarnos rápido todos los traumas.
Todos los niños teníamos una merienda maldita, algo que al verlo ya empezaba a provocarnos arcadas bien profundas. Yo os voy a contar cual era mi merienda maldita. Lo que no podía aguantar bajo ningún concepto y sigo sin tragarlo muy bien (seguro que alguno se me enfada) es.... redoble.... los bocadillos de Mortadela.... y mucho peor si era mortadela de esa con aceitunas... se me fastidiaba toda la merienda. Según iba pegándole mordiscos al bocadillo, se me iba formando una pasta en la boca y me era imposible traspasarlo a la garganta. La bola en la boca se ma iba haciendo más grande a la vez que los mordisquitos eran cada vez más pequeños. Cada vez que me acercaba el bocadillo a la boca arrancaba una miguita de pan y me lo metía en la boca, con la consiguiente bronca por parte de mi madre, que acababa dándome el bocadillo trocito a trocito, introduciéndome su mano hasta asegurarse que el bocado llegaba hasta mi estómago. Esto provocaba la risa, mofa y cachondeo, aparte de un gran rechazo por parte de todos los niños del parque. Otro trauma más a mi lista...
Ahora, y para borrar todos estos malos recuerdos vamos a recordar las meriendas buenas, las que recordaremos de por vida. Una de mis favoritas era el famoso "Sandwich de mantequilla con azúcar". Una maravilla culinaria que mezclaba la suavidad de la mantequilla con el ligero crujir del azúcar. Pero este tenía un problema. Si tu madre no había extendido muy bien la mantequilla te encontrabas con toda la salsa en el medio, dejando las esquinas vacías, por lo que acababas comiendo pan de molde sólo.
Para terminar vamos a recordar la que podriamos denominar como "merienda épica sin antecedentes y memorable". Seguro que muchos de vosotros recordaréis los ¡¡¡ bocadillos de chocolate !!!!. Pan crujiente con una gran tableta de chocolate (blanco o negro, eso ya va por gustos) ni muy dura ni muy deshecha en su interior... un placer para tus papilas gustativas... que hambre me está entrando...
Espero que al terminar de leer este post os lancéis como locos a la cocina para rememorar estas viejas recetas culinarias que a la vez de sencillas son una pasada para transportarnos a nuestra infancia sin necesidad de viajes en el tiempo, que siempre son un engorro.
¿Cuantas veces hemos oído esa frase? Si no te comes te lo guardo para cenar, y si no te lo comes para cenar, para desayunar... y así bucle infinito hasta que te lo comas. La verdad es que es una de las frases más odiosas de las que podríamos denominar "de madre".
Llegabas del colegio, alterado, con los mofletes colorados por la mañana agetreada, feliz. Lanzabas la mochila nada más entrar en casa y corrías hacia el comedor dando saltitos tipo Heidi. Al llegar te encontrabas una estupenda mesa con todo colocado, lista para recibir tu hambre atroz, muchas veces provocada por el simple hecho de haberte pasado toda la mañana imaginándote el plato de macarrones con tomate que te esperaba cuando llegase la hora de comer, como todos los Miércoles. Servilleta al cuello, cuchillo en mano derecha y tenedor en la izquierda... todo listo. En ese momento una frase sonaba desde la cocina:
- Hijo, cambiamos de planes. Dejamos los macarrones para otro día. Hoy tenemos unas acelguitas que tenía aquí y se iban a poner malas. Ya verás como te gustan.
A la vez que tu madre iba soltando esta frase demoledora por su boca, se iba acercando poco a poco con un plato en el que podías apreciar, debido a su transparencia tipo duralex, un color verde oscuro que no tenía nada que ver con el rojo macarrón que esperabas. En ese momento deseas que se pare todo, que sea un sueño y el olor de la deseada pasta italiana te despierte de aquella pesadilla (¿soy un poco exagerado no?).
El caso es que aquel temido plato, se colocaba delante tuyo. Las acelgas, amenazantes en el fondo te miraban retándote... "Cómenos... que te vas a enterar... te vamos a provocar la mayor arcada de tu vida...". En ese mismo instante comenzaba una de las conversaciones, que a la larga nos ha servido a todos en nuestra vida, ya veréis:
- Mamá, no me gustan las acelgas. Yo quería macarrones. - Pues hay que comérselas, no hay otra cosa, si vieras la de gente que pasa hambre... - Venga, me como dos pinchadas y ya... - ¡¡ Que no !! Todo el plato o no te levantas. - Es que se me hace bola... (haciendo pucheros) - Pues hasta que no te lo termines no te levantas, y si no te lo comes ahora, para cenar....
Y ale, ya te habían colado la dichosa frase. Ahí te quedabas tú, moviendo las acelgas con el tenedor. Primero las ponías todas a un lado del plato, lo aplastabas bien aplastadito. Una vez terminado las movías al otro lado. Pinchabas un poco y cuando te lo ibas a meter en la boca, dejabas caer al plato de nuevo el 95% del contenido, ingiriendo una cantidad minúscula de alimento. Otra de las técnicas era la de extender lo máximo posible el alimento no deseado por el plato, pero siempre te pillaban. Y así podías estar horas y horas delante de las acelgas. Lo que no comprendías es que si ya calientes te resultaban malas, cuando se enfriaban estaban muchísimo peor.
Yo no se vosotros, pero creo que al final mi madre me dio por perdido. A los pocos minutos de soltarme la amenaza de dejarme ahí sentado hasta la hora de la cena, veía que no surtía efecto y el plato no bajaba y me lo acababa quitando. Es una de las primeras técnicas de presión que aprendes cuando eres pequeño. Si lo perfeccionabas, puede que incluso lograses que te trajesen otro plato de comida más placentera para tu paladar :). Que mal se lo hicimos pasar a nuestras madres de pequeños...
Otro caso a parte sería analizar las comidas en el comedor del colegio, pero como es un tema que puede dar mucho de si, mejor lo analizamos en otra entrada más adelante. Por cierto, una pregunta, ¿vosotros erais de los que exprimíais la frase "que se me haceeee boooolaaaa"? :)
"... Vamos a jugar... tus problemas déjalos... para disfrutar... ven a Fraggle Rock...". Ahora gracias a estas frases vais a pasaros el día entero con la cancioncita metida en la cabeza. Y eso no es lo peor, si no que también váis a reproducir la palmadita entre frase y frase... os van a tomar por locos.... jajajaja. Y ahora que ya he captado vuestra atención y vuestra ira, vamos a hablar un poco del mundo subterráneo más famoso de la televisión.
Esta serie que arrasó en nuestra infancia estaba protagonizada por unos pequeños seres diminutos de colores que vivían bajo tierra. Estos seres, al igual que la mayoría de los muñecos esponjosos que poblaron nuestras tardes, fueron creados por Jim Henson, el gran artista en el mundo de las marionetas, creador también entre otros de nuestro querido Espinete.
La historia principal de desarrollaba en torno a 5 de estos entrañables Fraggle, Gobo, Musi, Rosi, Dudo y Bombo, los cuales vivían todo tipo de aventuras en su cueva diminuta y superpoblada. En un espacio bastante reducido vivían millones de Fraggle, con sus cuevas individuales y a parte otra pequeña población, llamada "Curris". Eran unos pequeños seres de color verde, de dimensiones inferiores a los Fraggle y que dedicaban por completo sus vidas a la construcción. Vestían cascos y botas de obrero, y realizaban construcciones de gran tamaño con un material parecido al caramelo, hecho de rábano, que volvía loco a los Fraggle, los cuales se dedicaban a zamparse todo lo que los pobres Curris construían.
El mundo de los Fraggle poseía dos entradas. La primera, al mundo exterior, era una pequeña grieta que daba a un humilde taller de un inventor llamado "Doc", que vivía con su perro Sprocket. "Doc" no era consciente de la existencia de los Fraggle, pero su perro sí los había visto un par de veces, y hacía cualquier cosa para hacerle ver a su dueño la existencia de los mismos. A través de esa grieta entraba y salía el tío Matt, también conocido como Matt el Viajero, un Fraggle que había decidido conocer el mundo exterior haciendo numerosos viajes. Le enviaba una postal a Gobo, su sobrino, de cada sitio que había visitado.
La otra entrada al mundo Fraggle les comunicaba con el mundo de los Goris. Una especie de humanoides enormes, con cierto parecido a Don Pimpon. Los Goris eran una familia con un niño (Junior), que se creían los Emperadores del Universo y trataban a los Fraggle como una plaga, ya que estos se dedicaban a robarles los rábanos. En este mundo también vivía la montaña de la basura, considerada por los Fraggle como un centro de sabiduría y acudían a ella en busca de consejo.
La serie en si, no era una maravilla de la técnica, pero gracias a la forma de ser, activa, juguetona, con un poco de pachorra, de los Fraggle consiguió atrapar durante muchos años a la mayoría de los infantes comebollycaos. Aun hoy, guardamos un gran recuerdo de estos pequeños amigos... ¿Quién no ha cantado la canción en una noche de borrachera intensa?... ¿Nadie levanta la mano?... mmmm, me replanteare mis noches de borrachera.
P.D. Por último quiero remarcar un momento mítico. Los Muppets y los Fraggle Rock se encontraron en un especial de Navidad... No os lo perdáis...
P.D.2 Cabe destacar también que en la versión española, el doblaje de Dudo lo hacía José Luis Gil, también conocido como el señor Cuesta, presidente de esta nuestra comunidad.
El otro día iba hablando con unos compañeros de trabajo sobre los intrumentos que sabíamos tocar, a mi mente volvieron esos recuerdos de mi infancia musical. Aquellas tardes interminables de colegio recibiendo clases de solfeo, canto y flauta dulce... que de dulce sólo tenía el nombre, porque seguro que la mitad de los problemas de oido de los españoles fueron provocados por los pitidos infumables que salían de ese maldito instrumento.
Creo que todos los que estudiamos en aquel magnífico plan de estudios denominado E.G.B. conocemos muy de cerca lo que es la flauta dulce. Un instrumento de plástico con agujeritos en el que se podía soplar embutida en una funda de plastico verde que incluía un palito que todos usábamos para dar collejas al compañero de delante, y algunos comentaban que habían escuchado saliendo de las entrañas de dicho instrumento algunas canciones reconocibles por el oído humano. Lo más normal era escuchar una serie de pitidos encadenados con mucho ritmo y que llegaban a taladrar hasta los oídos más insensibles. En mi clase, todos los alumnos teniamos un libro de fotocopias repleto de canciones populares. Nos colocábamos todos en nuestras mesas, flauta en mano, con el libro delante, abierto por la cancion de "Las vacas del pueblo" (un clásico) y a la orden de ".. Un dos tres, un dos tres, UN !!! " comenzábamos a intentar acertar cada una de las notas de la partitura. La clave estaba en que debajo de cada nota te apuntabas que nota era con letra, ¿Quién se aprendía el significado de esos simbolitos con rabito colocados encima de una rejilla?. El profesor se colocaba encima de la tarima enfrente de todos y trataba de organizar aquella jauría de flautistas con unos movimientos de mano bastante extraños, que nos decía que era para marcar el ritmo... ese hombre no veía que allí no había ritmo por ninguna parte...
Lo más apasionante de estas clases, que solían ser a las 3 de la tarde, eran los temidos exámenes. Para superarlos había varias tácticas. La primera solía ser pasarse toda la tarde anterior aprendiédote las canciones de memoria, cada movimiento de los dedos, cada soplido, cada silencio... y al llegar al examen reproducirla de memoria sin apenas mirar la partitura. Esto tenía un problema. Siempre te dejabas una canción sin aprender y podía ser que te tocase esa en el examen. (Sí, lo estáis pensando, es Ley de Murphy, siempre te tocaba la canción que no te sabías). Otra de las opciones era realmente aprender a tocar la flauta, saber donde estaban situadas las notas, aprender a llevar el ritmo, conocer como soplar perfectamente en cada momento para escuchar la melodía, y todo esto leyendo el pentagrama... No nos engañemos... esto era una utopía... La última de las opciones era presentarte al examen sin haber sacado la flauta de su funda. ¿Qué consecuencias tenía esto? Te plantabas al lado del profesor, enfrente de toda la clase, con tu flauta impoluta. El profesor te decía... "A ver.... tu canción es.... 'Los Pollitos'...". Y allí que te lanzabas. Los nervios te inundaban y la flauta, entre tus manos temblorosas empezaba a cobrar vida propia. Los sonidos, eran más parecidos a los que emite un árbitro de fútbol que a un flautista interpretando una bonita melodía. Al final te llevabas un cero como una casa y encima te podía caer una collejita de camino a tu mesa :).
Seguro que muchos os habéis sentido reflejados en estas palabras. Ahora os hago una pregunta, ¿A qué si buscais en vuestras estanterias todavía tenéis la flauta dulce?.... Es todo un símbolo...
Hoy vamos a comenzar una serie de entradas, que igual se queda en esta sola, en la que trataremos ciertos juegos míticos que marcaron las tardes de nuestra infancia. El juego del que vamos a hablar hoy, a mi por lo menos, me trae muchos recuerdos de mis eternos días veraniegos, en los que no tenías otra cosa que hacer más que pasar horas y horas en la calle y completar un par de páginas de tu "Vacaciones Santillana" para poder quitarte la presión de tus padres y hacerles ver que continuabas con tu educación.
El juego que nos trata hoy es el famosísimo juego de "Las chapas". Tanto vicio generó en nuestra generación, que hace poco han sacado a la venta un juego de chapas para la PSP, probablemente creado por unos tremendos frikazos como nosotros que se pasaron horas y horas jugando a este magnífico entretenimiento.
Creo que lo primero que tenemos que analizar de este juego sería la materia prima utilizada, algo muy simple, para jugar a las chapas, sólo necésitabamos eso mismo, todas las chapas de cerveza, a ser posible Mahou :), y Coca-cola o derivados (a ver si alguna de estas dos marcas lo leen y nos patrocinan el blog jejeje). Era muy importante que la chapa hubiese sido extraida de la botella con el mayor cuidado posible. Las chapas más codiciadas eran aquellas que se encontraban totalmente planas, se ve que corrían más rápido :). Cuando ya te habías hecho con un cargamente enorme de chapas, te debías plantear en qué modalidad chapista ibas a participar. Era un juego tan versátil que tenías varias disciplinas disponibles:
- Carreras ciclistas: Durante la época del estallido del ciclismo español, las chapas no podían quedar ajenas a este magno acontecimiento.
¿Qué era necesario para esta modalidad? Evidentemente los ciclistas. Para ello debías "vestir" a las chapas. Mi método, y supongo que el de muchos de los que me estéis leyendo era el siguiente. Sobre un folio en blanco colocaba una moneda de 25 pesetas de las antiguas, de las grandotas, no de esas de agujerito posteriores, y trazaba su circunferencia con un boli. El círculo que obtenía encajaba a la perfección en la chapa... siempre me fascinó eso. En ese círculo pintaba el maillot del ciclista, nombre, número y equipo. Por aquella época, todos queriamos manejar el Banesto... Indurain, Olano... aunque siempre andaba por allí el Kelme con el gran Fernando Escartín.
Una vez tenías montados los equipos faltaba diseñar el circuito. Para esto buscabas una explanada más o menos arenosa donde, con la mano o con tu zapatilla victoria ibas haciendo un caminito en el suelo, con más o menos curvas y obstáculos varios, había que poner algun montículo para determinar el ganador del premio de la montaña.
Una vez tenías todos los elementos llegaba el momento culmen, la carrera. Colocabas tus chapas en la salida, y con una toba bien dada en la parte posterior de la chapa la hacías correr por el circuito. También, en algunas pistas más exigentes podías usar el famoso tiro ruleta para hacerte el chulito girando en las curvas. El orden de lanzamiento se establecía en función del orden de la carrera, del primero al último. Siempre recordaré esos eternos piques de "Oye, que te has salido del circuito" "Que va, mira, estoy en piquito... estoy rozando la carretera"...
- Fútbol Chapa: quizá esta era la modalidad chapera más conocida. EL procedimiento para vestir a las chapas era el mismo que el anterior, sólo que ahora con los nombres de jugadores de fútbol... ¿os imagináis a Pantani marcando golazos?... no pega. El terreno de juego utilizado ya dependía del poder adquisitivo y de la frikez de los jugadores. Estaba el típico campo dibujado en el suelo con una teja, con dos porterias hechas con piedras y por otro lado teníamos el campo élite, que consistía en una tabla con el campo totalmente dibujado con medidas oficiales de la Federación Internacional de Chapas, con sus dos porterias construidas con todo lujo de detalle.
Una vez tenías jugadores y terreno de juego se procedía a lo que va siendo el propio juego. La dinámica era igual que las carreras de ciclismo. Tenías que soltarle una toba a la chapa por la parte trasera, pero en este caso, el objetivo era atizar un garbanzo (versión de pobres) o pelotita del Subbuteo (versión de pijines) para introducirla en la porteria, vamos, lo que va siendo un partido de fútbol de verdad, pero con jugadores chapistas.
La verdad es que se convirtió en uno de los juegos más populares de nuestra infancia. Incluso ahora siguen existiendo agrupaciones que se juntan para jugar al fútbol chapa de una manera "pofesional".
Más adelante seguiremos analizando los juegos que marcaron nuestra infancia, los que nos han hecho llegar a ser lo que somos hoy... hombres y mujeres viciosos...
Hoy os traemos algo muy especial. Un remix con todas las canciones míticas de las series que llenaron nuestras tardes infantiles. Un remix que ha triunfado en la mayoría de las discotecas españolas y ahora llega a vuestras casas :).
Esperamos que lo disfrutéis y que os traiga muchos recuerdos.
Hoy vamos a abordar uno de los temas más comprometidos en nuestra etapa infantil. Una de las clases que podían encumbrarte en la mayor de las popularidades dentro de la micro-sociedad que era el colegio o hundirte en la misería más absoluta. La única asignatura que aseguraba el sobresaliente a los más vagos de la clase y hacía retorcerse de angustía y desesperación a las mentes más brillantes, es decir, los más empollones.
Esta no era una asignatura al uso, lo primero porque se desarrollaba en un recinto distinto al habitual. Salías de la rutina de pizarra y pupitre y te internabas en el maravilloso mundo del gimnasio y en algunos casos, y si el colegio tenías las infraestructuras adecuadas, en el espeluznante mundo del patio. Los días que "tocaba" gimnasia eran días especiales. Todo el mundo aparecía con su chandal. Siempre nos decían que debía ser el oficial del colegio, por eso de sacar más pasta a los padres, pero ¿Alguién hacía caso?. Sí que había gente que lo traía, incluso algunos, iniciando lo que ahora conocemos como la moda retro, seguían trayendo el chandal de hacía tres años, con las mangas cortas y los pantalones pesqueros, pero la moda es la moda...
La clase casi siempre tenía la misma estructura. Comenzaba con una carrera continua en círculos, que utilizabas para comentar con los compañeros el último capítulo de Médico de Familia y a la vez ir cabreando por momentos al profesor, que veía desde uno de los lados como nadie de la clase corría. Posteriormente el profesor estallaba y después de unos cuantos gritos de rigor, te ordenaba tumbarte en el suelo y te machacaba a hacer abdominales. Abdominales, que, evidentemente, hacías cuando te estaba mirando el profesor. Si tenías suerte y no desviaba la mirada a tu zona podías saltartelas todas. Evidentemente, para las personas que estaban en la zona contraria no era tan agradable...
Yo, si queréis que os diga la verdad no soy una persona muy ágil... y las clases de gimnasia no se me daban muy bien. ¿Hacer el pino? ¿Eso para qué sirve? Además de para llevarte a casa un dolor de cabeza y que todas las chicas viesen tu pequeña tripita, que ya empezaba a despuntar en lo que se ha convertido ahora. Pero eso no era lo peor para mi... lo peor era saltar el potro... Te colocabas en una fila inmensa con todos los niños de la clase y uno detrás de otro iban saltando por encima de aquella máquina infernal... Cuando llegaba mi turno... Empezaba a contar ¡A la de 3!... 1, 2, y 3... y 4... y 5... En ese momento el profesor me tenía que llevar casi arrastras hacía el saltado ese que colocaban delante... Me impulsaba y... plafff.... Además del dolor de cabeza del pino me llevaba un gran dolor testicular a casa...
La clase de gimnasia terminaba y había que volver al aula... ¿duchas?... allí nadie se duchaba, así que la hora siguiente, la clase se transformaba en una sauna enorme donde todos los olores se entremezclaban entre si formando una capa que era dificil atravesar. He oído que algún profesor, al intentar entrar en clase, de la bofetada que se llevaba volvía a salir disparado por la puerta.
... es una trepidante aventura de un hombre que no existe, en un mundo lleno de peligros. Michael Knight, un joven solitario embarcado en una cruzada para salvar la causa de los inocentes, los indefensos, los débiles, dentro de un mundo de criminales que operan al margen de la ley.
¿Quién no recuerda esta serie? ¡Sólo la música nos pone!
Ésta era una serie protagonizada por David Hasselhof, el Bertín Osborne estadounidense (que después se dedicó a ser jefe de casting de mujeres con pechos enormes en bañador y, posteriormente, protagonizó un gran video comiendo una hamburguesa), que encarnaba a un ex-policía a quien le ponen un placote metálico en la cabeza para salvarle de la muerte. Ése era Michael Knight. Después de recibir un disparo, era salvado por una fundación privada, la Fundación para la Ley y el Orden, en la cual corría sus numerosas aventuras.
Básicamente, los 2000 capítulos de esta serie se basan en que Knight es un guaperas macarra al que han dado un coche fantástico (de ahí el nombre, claro), llamado KITT, y cuyo deber es, parece, hacer lo que los policías norteamericanos no tienen huevos a hacer. Esta Fundación era dirigida por Devon Miles, un vejete al que sólo hacen caso de vez en cuando, y era ayudada por Bonnie, una morena cerebrito, creadora del coche a la que siempre le puso el guaperillas de Michael.
Y sí, el hilo argumental de cada capítulo era el mismo siempre. Daba igual que lo vieras desde el principio o que te incorporaras a la mitad. Ya sabías lo que tocaba. Un hombre bueno y honrado con dificultades, desamparado por las autoridades policiales que, o están pringados o pasan del tema, pide ayuda y protección a la Fundación (sí, aquí podríamos cambiar "a la Fundación" por "al Equipo A", pero eso en otro post). Por supuesto, las dificultades las ponía un grupito de malvadosos dirigidos por un chulito con pasta que controlaban el pueblo: vamos, un caciquismo en toda regla.
El siguiente paso era que Devon enviaba a Michael y a su coche. Ambos llegaban al pueblo, se veían envueltos en una encerrona, el coche los ponía a todos en fuga, mezcla de su poderío y que la gente flipaba cuando hablaba, y Michael podía ir a investigar. Invariablemente, Michael era apalizado, capturado y/o secuestrado y KITT tenía que salvarle el culo... así, cada capítulo, lo cual nos hace reflecionar... Michael era tonto, ¿verdad?
El final del capítulo tampoco variaba. Los malosos, que ya están a punto de llevar a cabo con éxito sus malvadosos planes, reciben la visita de Michael y KITT, repartían un poco de estopa y eran encerrados. El coche se iba al camión y el jodío de Michael con la chica joven y guapa de la familia del hombre necesitado y honrado. Eso sí, KITT siempre tenía un momento para su chiste ingenioso.
Sin embargo, hay algunos recuerdos que nos hacen sonreír (o partirnos la caja... somos así, qué le vamos a hacer). ¿No recordáis como siempre que Michael aceleraba a tope, el cuentamillas estaba, invariablemente, en 56 mph (unos 90 km/h)? Estaba claro... ¡KITT respetaba los límites de velocidad!
De la amplia oferta de maravillosos artefactos con que contaba KITT, lo que a nosotros más nos maravillaba era una especie de superscanner que le permitía saber siempre la situación exacta de los malos malísimos, aunque estuvieran a 50 kilómetros de distancia, e incluso incorporaba imágenes (¿pero qué cámara tenía KITT?) para que Michael se hiciera una idea. Nuestra pregunta es: ¿para qué, en ese caso, se empecinaba Michael en “investigar”? Por otro lado, siempre nos llamó la atención el contraste entre el futurista equipamiento del coche y los videojuegos que podía ofrecerle a Michael para sus momentos de asueto, propios de la prehistoria de la informática. ¿No podrían haber sido un poco más futuristas en eso?
Un último detalle... Hay un capítulo en el que la parte en que Michael es apalizado, capturado y/o secuestrado, le meten en una especie de sauna a la que van aumentando la temperatura... Michael empieza a sudar terriblemente... la temperatura sube hasta los 50º... Por supuesto, le salva KITT, pero el dato llamativo es que, en ningún momento, SE QUITA LA CHAQUETA DE CUERO... Hay que joderse.
En fin... una particular relación la que nos hacían vivir Michael y KITT. Os dejamos con este video que vendría a mostrarnos la realidad.
P.D. ¡Que no! ¡Que no nos hemos olvidado del memorable momento que esperábamos capítulo tras capítulo! Los malosos siempre querían parar a KITT poniendo obstáculos en el camino, pero la que nadie sabía (ni después de 2000 capítulos) es que KITT puede con todo eso. ¿Cómo? ¡Claro que sí! Con el famoso TURBO BOOST.
P.D.2 ¡Ojo al dato! Que tenía Analizador de voz y Rayos-X. Ahí es nada.
PD.3 ¿Conclusión? Michael era prescindible y no valía para nada. El coche solo hubiera resuelto todos los problemas del mundo. ¡Viva KITT!
¿Te acuerdas de aquel hombre con gafitas, camiseta a rayas rojas y blancas y gorro a juego, que le encantaba jugar al escondite?. Los libros de "¿Donde está Wally?" marcaron una época en nuestra vida (¿os dáis cuenta que todo lo que contamos marcó una época en nuestras vidas?... hay que darle énfasis al blog). Fue uno de nuestros primeros libros de cabecera, a la vez que uno de nuestros primeros dolores de cabeza.
Llegaba un cumpleaños en tu vida en el que te entregaban un regalo. Muy plano, con tacto duro... te lo olías... no era la Game Boy... Lo abrías y ahí estaba... Unas tapas azules que ya anunciaban el desastre que se avecinaba en su interior. Lo abrías desconociendo lo que te ibas a encontrar y entonces, siempre saltaba el típico primo listillo "...es muy fácil, sólo hay que encontrar a Wally..." ¿a Wally? pero si ni siquiera me lo han presentado y, ¿ya quieren que me ponga a buscarlo?.
Después de varias explicaciones del funcionamiento del libro te disponías a enfrentarte a él. Abres la primer página y te encuentras la imagen de una playa, plagada de gente, todos haciendo cosas, amontonados, unos encima de otros... vamos una típica imagen de un verano en Benidorm. Llegados a este punto, la imagen en tu casa siempre era la misma. El propietario del libro sentado en una silla y alrededor toda la familia tratando de encontrar al hombrecillo rallado. Y casi siempre podiamos asistir a esta conversación:
- ¡¡ Lo encontré, lo encontré !! - Sí hombre, a ver, ¿Dónde está? - No te lo voy a decir, encuentralo tu sólo - Buah, eso es que no lo has encontrado... - Que sí... mira está... ah, no, espera... me he equivocado... es que lleva la misma ropa pero las gafas son de otra marca...
Horas y horas delante del maldito libro dejándote los ojos. La pérdida de visión que provocaba el estar mucho rato buscando a Wally era casi comparable con la producida al intentar visionar las imágenes de "El ojo mágico", libro sobre el cual también tendremos que escribir bastantes líneas. Lo de encontrar al maldito Wally se convertía en algo personal. Tanta era la dedicación que cuando ibas por la calle creías ver escondido detrás de los buzones de correos a Wally y te lanzabas a su captura...
Uno de los puntos claves en nuestra infancia era cuando por fin encontrabas a Wally en todos los escenarios. Le habías encontrado en la playa, en el museo, en la feria o incluso en las calles de una ciudad... habías logrado tu objetivo... eras feliz... tu vida podía continuar con normalidad... cuando de repente... llegaba tu padre...
- Hijo, como he visto que siempre vas con el libro ese a todas partes ¡¡ te he comprado la segunda parte!!
¡¡ NOOO !! ¿Pero qué he hecho? ¿Acaso me he portado mal para que me castigues así? Y lo malo no es que tenga que volver a buscar a Wally a lo largo de otras 15 páginas... ¡¡ Lo malo es que ahora viene con acompañamiento !!. En las versiones que sacaron a partir del libro original, además de buscar al gorritos a rayas tenías que dedicarte a buscar a sus amigos, Wenda, Waldo, Woof el perro, Barbablanca el mago, y encima a toda una ristra de objetos como bastones, varitas mágicas, etc... Vamos, que ya tenías todas las tardes hasta 8º de EGB perdidas... luego decían que había muchos suspensos en el colegio, claro... ¡¡ Todo el mundo estaba buscando a Wally !!
Si tu eres uno de los que pasaste por este trauma acercate a tu armario... ¿a que no tienes ningun jersey de rayas rojas y blancas horizontales?... Nos dejó marcados...
PD. Aun recuerdo la serie de TV que hicieron de Wally. Llegaba un momento del capítulo en que un personaje paraba la accion y se preguntaba "oye, ¿dónde esta Wally?" Entonces se congelaba la pantalla durante unos 10 segundos con una imagen multitudinaria y tenías que encontrar al dichoso Wally... todo un reto...
PD2. Para los que aun conservéis algo de cordura en vuestras cabezas os dejamos un pequeño regalo photoshopero: "¿Donde está Espi?"... Si hacéis click en la imagen se hace más grande, por favor, que nadie intente buscarlo sobre la miniatura... no queremos desprendimientos de retinas.